Tejer y cocinar: artes unidas por la creatividad y el amor

Tejer y cocinar son dos actividades que amo y que a simple vista, parecen no tener nada en común, pero sí tienen, y aquí te cuento por qué.

Imagínate frente a la cocina, con una receta en la mano y un montón de ingredientes sobre el mesón. ¿Qué es lo primero que haces? Te organizas, pesas o cortas ingredientes y sigues cada paso con precisión. Pues bien, en el tejido es lo mismo. Cada proyecto empieza con una planificación cuidadosa: elegir el material adecuado, revisas el patrón (como leer una receta), y finalmente te sientas a tejer, punto por punto, como quien mezcla y saltea ingredientes en una sartén.

Tejer es como cocinar una receta exótica: ambos requieren técnica, pero también te dan la libertad de improvisar y experimentar. En la cocina, tal vez añadas aliños extra o cambies un ingrediente. En el tejido, puedes cambiar un color o hacer algunas modificaciones en el patrón para darle tu propio toque. Y es que, en ambas, el resultado final es una expresión única de quien lo crea. No importa si sigues un patrón al pie de la letra o si lo adaptas a tu manera, lo que creas será tuyo.

La paciencia es un ingrediente fundamental en la cocina y en el tejido. Nadie espera que una cazuela se cocine en cinco minutos, y nadie espera que un cardigan se termine en un par de horas. Ambas actividades requieren tiempo y dedicación. Cuando estás cocinando y revisas tu olla para probar y observas cómo los sabores se mezclan poco a poco, es como ver cómo tu tejido crece fila tras fila. Cada pequeño avance es una pequeña victoria.

Incluso cuando las cosas no salen según lo planeado, ya sea que se te queme un biscocho o que te equivoques en los puntos, ambas artes te enseñan algo valioso: a no rendirte, a deshacer y volver a empezar, porque al final la práctica hace al maestro.

Al final del día, en ambos ponemos amor. El calor de una comida casera es como el calor de un gorrito tejido a mano. Lo que creas no es solo algo material; es un regalo, una extensión de ti mismo. Cocinar para alguien es una forma de cuidarlo, y tejer para alguien tiene ese mismo poder: es un abrazo hecho con lana.

Abrazos tejeriles,

Marce