Aunque los amigurumis tal como los conocemos hoy se popularizaron en el siglo XX, la tradición de crear muñecos y figuras de hilo en Japón tiene raíces más antiguas, vinculadas a diversas técnicas de tejido y costura.
El arte del amigurumi refleja la combinación de tradición y modernidad, enraizado en la rica cultura artesanal de Japón y evolucionado para convertirse en una tendencia global. Su simplicidad, junto con su capacidad para evocar ternura y creatividad, asegura que los amigurumis sigan siendo una parte querida del mundo del crochet y el tejido.
Según la leyenda, los amigurumis no deben llevar boca porque son los guardianes de los secretos de sus dueños. Los niños reciben un amigurumi como regalo de nacimiento y los acompañan durante toda su niñez y adolescencia y si se cuidan, hasta la adultez.
Como los amis son compañeros en penas y alegrías, el hecho que no tengan boca permite que su dueño se sienta apoyado por su compañero sin verse influido por sonrisas o boquitas de pena.
Abrazos tejeriles,
Marce